viernes, 21 de agosto de 2009

Noticias desde Guatemala

Habiendo pasado ya el ecuador de nuestra estancia, les invitamos a conocer la aldea Xix.
Cuando llegamos aquí, no podíamos creer que tras cinco horas de curvas imposibles y baches mortales en plena noche, nos esperaría a la mañana un lugar tan impresionante como el que nos encontramos.
La aldea Xix pertenece al municipio de Chajul, uno de los componentes del triángulo Ixil (además de Nebaj y Cotzal), en el departamento del Quiché. Esta es una de las zonas más afectadas durante y después del conflicto armado que terminó en Guatemala hace apenas 13 años, y que todavía mantiene muchas heridas abiertas, tanto en la gente como en el paisaje.



Es por tanto una de las zonas más pobres, en uno de los países más pobres de Latinoamérica.
Entre toda esta desolación se encuentra IMOA (Instituto Mixto de Orientación Agropecuaria), o Centro de Formación Nuevos Mayas, como ahora lo empiezan a llamar, creado por la Asociación Aprodefi, la contraparte con la que trabajamos.
La historia de cómo empezó el centro está llena de afortunados encuentros y dosis agigantadas de trabajo y esfuerzo por parte de todos sus miembros, que durante años han trabajado, casi de forma voluntaria, para que la educación fuera el pilar fundamental en el que basar su desarrollo.
El ambiente que se respira en todas y cada una de las actividades que realizan es de superación continua. Los alumnos reciben sus clases de educación formal por la mañana, y asisten a talleres de formación ocupacional por las tardes.





El centro cuenta, además de los alumnos externos que viven en la aldea, con setenta y cinco alumnos/as internos/as, que debido a la lejanía de sus aldeas, no pueden desplazarse hasta aquí todos los días, por lo que viven, estudian y trabajan aquí, la inmensa mayoría gracias a becas y apoyos por parte de organizaciones internacionales y particulares, es decir, apadrinados.


Desde que llegamos, la sensación de estar como en casa ha sido constante, gracias a la increíble amabilidad tanto de profesores como de los patojos y patojas, que en un primer momento sólo nos miraban y se reían, para más tarde ir acercándose a hacer mil millones de preguntas y a contarnos su vida. A estas alturas, "ya somos parte de esto", ya que no sólo venimos a dar unos talleres y luego nos vamos, sino que vivimos aquí, en el internado y somos las únicas que permanecemos día y noche, además del guardián...
Nuestro trabajo consiste en hacer actividades con los niños y jóvenes.
Al llegar no teníamos nada definido, y en realidad, tienen tantas cosas que hacer, que no sabían muy bien dónde ubicarnos, pero entre todos elaboramos un programa de actividades, combinando nuestras propuestas y sus necesidades, que a día de hoy, ya podemos identificar más claramente.
Así, iniciamos la creación de una revista con un grupo de jóvenes, dos grupos de teatro: uno con los más pequeños (de 4 a 11 años) y otro con los adolescentes, damos apoyo escolar a aquellos alumnos que más lo necesitan, dinámicas de grupo tanto con los mayores como con los pequeños, y estamos iniciando un grupo de chicas, en el que ellas se puedan sentir más libres a la hora de expresar, preguntar y hablar de temas que todavía son tabú aquí.
Además de todo esto, estamos para lo que haga falta, como quien dice, ya que nuestra disponibilidad es casi de 24 horas al día.
Por esta razón, los fines de semana hacemos escapadas que nos sirven para airearnos un poco, conocer los espectaculares lugares que se encuentran en Guatemala, y volver el lunes con las pilas cargadas.





Hemos visitado algunas ciudades por nuestra cuenta, como Antigua, donde llegamos, Quetzaltenango, Panajachel, a orillas del impresionante lago Atitlán....



Pero los niños también nos están mostrando muchos lugares por la zona, haciendo excursiones a pie, que son una verdadera maravilla...

Así que como ven, nuestros días están cargados de miles de sensaciones.
Nos sentimos muy afortunadas de poder convivir en una comunidad indígena, compartiendo con ellos cada día, aprendiendo e intercambiando experiencias.
Ahora sólo nos queda seguir aprovechando esta oportunidad, que no es poco, y aportar toda nuestra energía e ilusión, que aumenta contagiada por la de ellos.
Un abrazo y esperamos que todos sigan disfrutando allá donde estén.
Laura y Alejandra

viernes, 14 de agosto de 2009

La Opinión 14/08/2009


Juan Herrero desde Marruecos

Ya llevo poco mas de un mes aqui, en Kasba Tadla, y se puede decir que ya soy uno más por estas tierras.
La adaptación del primer mes no ha sido necesaria pues desde mi llegada solo he recibido hospitalidad, amabilidad y respeto. Los choques culturales son inevitables, pues a pesar de ser nuestro pais vecino y de tener cosas en común, es evidente que se trata de otro mundo, otras costumbres y otra forma de vivir. Pero para los marroquís la hospitalidad no consiste en hacer sentir bien al visitante, sino en hacerle sentir uno mas, por eso, desde el primer dia, he compartido un tallín o un couscous, un té en la terraza de cualquiera de los numerosos cafés que hay o unas sardinas asadas en el souk (el zoco o mercadillo que cada lunes tiene lugar en Kasba Tadla).




























Cada dia, me dirijo junto con el coordinador de la contraparte (Ashamsu Al-Jadid), Mustapha, a la escuela donde nos esperan los niños y niñas y con los que realizamos numerosas actividades. Dentro de lo estrictamente académico, reciben clases de francés, matemáticas y español. Es sorprendente la capacidad que tienen algunos/as para aprender nuestro idioma, a pesar de ser la primera vez que lo hacen. Se lo pasan en grande preguntándose unosa otros "Hola, ¿cómo te llamas?, ¿de dónde eres? ¿cuántos años tienes?...".
Al margen de las clases, todas las semanas vamos a la piscina municipal (esta actividad les apasiona, pues si bien en la ultima semana han descendido las temperaturas y hay un clima agradable, estamos en verano y en Marruecos!!!), realizamos talleres de dibujo y oragnizamos partidos de futbol para ellos y volley para ellas.





























Como comentaba, a mi llegada a comienzos de Julio, Marrakesh me recibió con 47º. Kasba Tadla, en la region de Beni Mallal, a las faldas de la cordillera del Atlas, cuenta con un clima seco y el verano es bastante caluroso pero, como les digo a todos por aqui, vengo bien entrenado de Murcia. En los ultimos 10 dias ha habido un descenso de las temperaturas que he agradecido con todo el corazón.
Cada fin de semana, voy a visitar alguna ciudad. Por el momento he podido visitar Beni Mallal, a 30 km de Kasba Tadla; Marrakesh, impresionante, aunque solo estuve el dia de mi llegada por lo que le voy a dedicar otro fin de semana; Casablanca, con la imponente mezquita de Hassan II; Rabat, donde me enamoré del barrio de l'Oudaya; y una serie de pequeñas localidades montañosas a lo largo del Atlas Medio (El Ksiba con su camping Tagbalout, Zaouit Cheikh y Khouribga).
Por otro lado, la mayoría de la gente aqui en Kasba Tadla y Beni Mallal (casi toda la que yo he conocido) tiene familia, amigos o conocidos en Murcia. Por lo visto la mayoría de los que estan alli son de esta región. Os imaginareis las charlas que me pego con la gente sobre eso y sobre todo de FÚTBOL!! Aqui son mas del Madrid y del Barça que en España, si cabe. Bueno, casi todos son del Barça, asi que la discusión conmigo está segurada...
Por ahora me despido y en las proximas semanas enviaré mas noticias y fotos.
Un abrazo fuerte!!!!

jueves, 13 de agosto de 2009

Fotos Bolivia

http://picasaweb.google.com/sapogoliat

Video Bolivia

http://www.youtube.com/watch?v=VTcjIkjiuxQ

10/7/09 PalliriCamp2

Llevamos ya varios días de campamento y si omitimos que somos pasto de los mosquitos y otros insectos chupasangre, todo va muy bien.
Conocer a los chicos del proyecto en el campamento es fantástico al tiempo que agotador. Fantástico porque los conocemos a todos (los más de 200). La convivencia nos permite ir aprendiendo sus nombres y tomar una buena visión general del trabajo que hace Palliri con ellos. Pero también es agotador por que estos niños y chavales están llenos de energía, excitados por la experiencia del campamento y para colmo Gloria y yo somos la novedad, así que no paramos ni un momento, cuando paramos de jugar con los peques y conseguimos descolgárnoslos del cuello (son todo amor), vienen los mayorcitos a gastarnos alguna broma, contarnos un chiste picante o enseñarnos a bailar morenadas.
Los pequeños, entre 5 y 11 años, son super inocentes y cariñosos. No tienen reparos ni desconfianza, hablan y juegan con todo el mundo y se apuntan a un bombardeo. Cuando llega la hora de meterse en la piscina todos corren como posesos a meterse al agua aunque no sepan nadar.
Los mayores, entre 12 y 19 años son otra cosa. Son también muy buena gente pero en sus palabras y acciones se deja entrever la pérdida de la inocencia en una realidad cotidiana algo dura, son más tímidos y desconfiados que los pequeños y cuando por fin se sueltan, pueden llegar a ser algo bruscos o caer en dinámicas de competición, pero bueno, lo típico de los adolescentes. A ellos les cuesta más entrar en la piscina, a muchos les da vergüenza o miedo, especialmente a las chicas. También llevan una curiosa guerra de sexos, anoche los chicos entraron a las habitaciones de las chicas a quitarles y esconderles los zapatos. Hoy las chicas han secuestrado uno a uno a muchos de los chicos y en una de las habitaciones les han maquillado…
… locuras típicas de campamento.

7/7/09 Palliri Camp1

Nuestro aterrizaje en El Alto ha coincidido con días ajetreados en el seno de palliri. La misma noche de nuestra llegada se nos comunicó que a las 8:30 de la mañana siguiente partiríamos hacia Coroico para participar en el campamento de 5 días que la fundación había preparado para todos los chicos del proyecto.





Uno se imagina un campamento de 50 ó 60 jóvenes en un entorno natural. De modo que solo cuando llegamos al punto de salida y nos encontramos con 250 personas de entre 5 y 17 años, es cuando realmente tomamos consciencia de la magnitud del "proyecto educativo". Llama la atención ver como los padres de esos jóvenes despiden con ilusión a sus hijos. Ellos que nunca estuvieron de campamento, muchos ni siquiera salieron nunca de El Alto, entregan su recurso más preciado, sus hijos, para ofrecerles las experiencias que ellos nunca tuvieron. Se palpa la confianza que solo se puede conseguir con el trabajo continuado y bien hecho entre fundación, padres y jóvenes.
La expedición se pone en marcha, 5 autobuses y 1 patrol (el nuestro) cargados hasta los topes ponen rumbo a Coroico. Practicamente es la primera vez que salimos de la casa de voluntarios, así que la vista de La Paz desde el alto se nos muestra imponente. La ciudad bulliciosa, con grandes edificios acristalados rodeada de incontables barrios con casas de ladrillo visto se asienta en el lecho de un gran valle rodeada de altas cumbres, muchas de ellas coronadas por preciosos glaciares en peligro de extinción. Al verla desde lo alto y posteriormente atravesar sus calles, la ciudad se ve como una gigantesca colmena rebosante de abejas… obreras, zanganos, reinas… limpiabotas, kiosqueros , jupys, buscavidas, empresarios, transportistas, políticos, estudiantes, policías, mendigos. Todos ellos desempeñando el papel que la sociedad les ha reservado al tiempo que tratan de pasar al nivel superior, ser algo más.
Todavía el viaje nos reservaba una visón aún más espectacular. Una hora más tarde nos encontramos atravesando por un puerto de montaña la Cordillera Madre Andina. No me enrrollaré demasiado aquí, pues resulta imposible describir lo que, alguien con sensibilidad por lo natural, siente al ver algo así. Rodeado de semejantes montañas, glaciares, acantilados, ríos etc, atravesando las nubes, uno se siente tremendamente insignificante. Resulta increíble pensar que esos mismos caminos ya habían sido transitados por los Incas antes de los caballos, de los motores de explosión y de los caminos de asfalto.
Dos horas más tarde El convoy se detiene. Cruzando un rio a través de un puente colgante (a lo Indiana Jones) llegamos a la zona de campamento. Mientras los pequeños comienzan a acomodarse en los barracones de literas, los mayores comenzamos a descargar los materiales y alimentos de los autobuses. Descargar a unos 3000m de altura la comida para 250 personas durante 5 días no es moco de pavo, cuando recorres 15 metros con un saco de patatas el aire comienza a faltarte y el corazón se sale del pecho. Un pequeño porcentaje de los muchachos se escaquea, pero la mayoría se pone a descargar laboriosamente codo con codo. Para mi esta tarea fue la primera toma de contacto y diálogo con los muchachos, a primera vista se les ve algo distantes pero de muy buen corazón.

5/7/09 Welcome to “El Alto”

Día 1. Lugar: El Alto de Bolivia. Bajo los pies 4100 metros de milenaria roca andina, sobre la cabeza algunas capas de Estratosferas, Mesosferas y Troposferas que desde aquí se antojan muy livianas. Atrás dejamos más de 30 tortuosas horas de viaje, de mal comer y mal dormir por los aeropuertos del señor, pero viendo el trato recibido a nuestra llegada por parte de los miembros de Palliri, por delante tenemos 3 meses de una experiencia estupenda y potente que seguro que no nos deja indiferente.
El primer día ha sido muy tranquilo. Hemos conocido a Isa y Cristóbal, los dirigentes de la fundación Palliri para la que estamos trabajando y a Darek, otro voluntario alemán que lleva aquí 10 meses. Por lo demás todo muy tranquilo, descansando en casa y combatiendo el "soroche" o mal de alturas bebiendo ingentes cantidades de mate de coca, resulta curioso como la sabia naturaleza hizo crecer en grandes alturas la planta ideal para combatir los efectos nocivos de estas. No sé si es por el efecto del mate o que el efecto de la altura no es tanto como nos habían advertido, pues más allá de falta de aire cuando intentas hablar o moverte rápido y pequeños flashes momentáneos en los que sientes como si caminaras por la cubierta de un barco, apenas se nota que estamos en la ciudad más alta del mundo, aunque quizás sea demasiado pronto para confiarse pues esto del soroche te puede pegar cuando menos te lo esperas. Veremos cómo continua nuestra adaptación.